y quiere ser mariposa o manzana.
Pero luego los vidrios y las piedras,
las calles, las escaleras,
y los caminos de la tierra dura
van enseñando al pie que no puede volar,
que no puede ser fruto redondo en una rama.
El pie del niño entonces fue derrotado,
cayó en la batalla,
fue prisionero,
condenado a vivir en un zapato.
Pablo Neruda