Plentzia es la última estación en
la margen derecha del Metro de Bilbao. Y fue nuestra primera y única parada a
la hora de programar nuestro lugar en el mundo en los últimos once años.
Plentzia es una villa marinera, en todos sus rincones recuerda su pasado como ciudad de Astilleros, como villa de residencia de capitanes y como pueblo de pescadores en su viejo y delicado puerto.
De la ciudad de la furia, como Soda
Stereo , un grupo de música porteño bautizó a Buenos Aires, llegamos a este
precioso pueblo donde los cuatro mil habitantes que somos durante el invierno,
nos multiplicamos por cuatro cuando Febo asoma en su playa.
Es recomendable ver un atardecer
en estas tierras, desde una terraza, desde tu balcón o desde un acantilado. No
es el lógico corolario de una jornada ideal como muchos osados suspiran al
verlo, solo es el principio lógico de un pueblo con mucho encanto.
Mi ventana me regala cada día su postal!
Los tejados color
ladrillo predominan en su recorrido, el matiz lo da el color del agua que no se
deja mostrar con coherencia visual ninguno de sus días. Del marrón Río de la
Plata al esmeralda de la esperanza, todos los días regala una gama encantadora,
todo secundado por un puente increíble, que muchos insisten en adjudicarle a
Calatrava pero que desde 1991 responde al diseño de un navarro de apellido
Manterola.
Un gran contraste lo marcan sus sonidos. Del eterno ambiente de trafico congestionado de la ciudad a las escasas voces de la naturaleza. Las gaviotas sobrevuelan nuestro balcón una vez al
día, cada vez que nuestra vecina Gloria las invita con miga de pan a tomarse un
tentempié; cada media hora las
campanadas que el ayuntamiento nos regala para que sepamos del paso del tiempo en un pueblo que parece atrapado en ese mundo mágico sin horas. Y al atardecer, los capitanes de las traineras arengando a sus equipos que
entrenan casi a diario en el paseo de la ria, para ponerse a punto para las
competencias de verano.
Hay una única foto que fue
efímera. En estos once años sólo una vez vimos Plentzia invadida por el blanco
de la nieve, pero para nuestros vecinos vascos, eso también forma parte de los regalos
habituales que pueda darnos esta villa.
Espero pronto su visita!
Agur,
Fer